(Jamás te saluda al llegar. Lo primero que hace en cuanto se sienta es decir que sólo puede quedarse un par de minutos.)
--Oye, te he buscado un maricón. Está al final de la barra. No mires. Te lo he estado reservando.
--Muy gracioso, ya veo que no has cambiado. ¿Cuándo vas a crecer?
(Le aburro a muerte. De verdad. Pero él a mí me divierte mucho.) --¿Cómo va tu vida sexual? (Le pone negro que le pregunte cosas así.)
--Tranquilo. Cálmate, por favor.
--Ya estoy tranquilo. Oye, ¿qué tal por la Universidad? ¿Cómo te va? ¿Te gusta?
--En efecto, me gusta. Si no me gustara no estudiaría allí.
(A veces se pone insoportable.)
--¿En qué vas a especializarte? ¿En pervertidos?
--¿Qué quieres? ¿Hacerte el gracioso?
--Te lo decía en broma. Oye, tú que eres la mar de intelectual, necesito un consejo. Me he metido en un lío terrible...
--Escucha. Si quieres que nos sentemos a charlar tranquilamente y a tomar una copa...
--Está bien. Está bien. No te excites.
(Se le ve que no tiene ninguna gana de hablar de nada serio conmigo. Eso es lo malo de los intelectuales. Sólo quieren hablar de cosas serias cuando a ellos les apetece.)
Le digo: --De verdad, ¿qué tal tu vida sexual? ¿Sigues saliendo con la chica que veías cuando estabas en... La que tenía esas enormes...
--¡No, por Dios! -me dice.
--¿Por qué? ¿Qué ha sido de ella?
--No tengo ni la más ligera idea. Pero ya que lo preguntas, probablemente por estas fechas será la puta más grande de todo...
--No está bien que digas eso. Si fue lo bastante decente como para dejarte que la metieras mano, al menos podías hablar de ella de otra manera.
--¡Dios mío! -me dice-. Dime si va a ser una de tus conversaciones típicas. Prefiero saberlo cuanto antes.
--No -le contesto-, pero sigo creyendo que no está bien. Si fue contigo lo bastante...
--¿Hemos de seguir necesariamente esa línea de pensamiento?
--¿Con quién sales ahora? ¿No quieres decírmelo?
--Con nadie que tú conozcas.
--¿Quién es? A lo mejor sí la conozco.
--Es escultora.
--¿Sí? ¿De verdad? ¿Cuántos años tiene?
--Nunca se lo he preguntado.
--Pero, ¿como cuántos más o menos?
--Debe andar por los cuarenta.
--¿Por los cuarenta? ¿En serio? ¿Y te gusta? ¿Te gustan tan mayores?
--Me gustan las mujeres maduras, si es eso a lo que te refieres.
--¿De verdad? ¿Por qué? Dime, ¿es que hacen el amor mejor o qué?
--Oye, antes de proseguir vamos a poner las cosas en claro. Me niego a responder a tus preguntas habituales. ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
--¿Cuánto tiempo hace que sales con esa escultora? El tema me interesa de verdad. ¿La conocías ya cuando estabas en...?
--¿Cómo iba a conocerla? Acaba de llegar a este país hace pocos meses.
--¿Sí? ¿De dónde es?
--Se da la circunstancia de que ha nacido en Shangai.
--¡No me digas! ¿Es china?
--Evidentemente.
--¡No me digas! ¿Y te gusta eso? ¿Que sea china?
--Evidentemente.
--¿Por qué? Dímelo. De verdad me gustaría saberlo.
--Porque se da la circunstancia de que la filosofía oriental me resulta más satisfactoria que la occidental.
--¿Sí? ¿Qué quieres decir cuando dices "filosofía"? ¿La cosa del sexo? ¿Acostarte con ella? ¿Quieres decir que lo hacen mejor en China? ¿Es eso?
--No necesariamente en China. He dicho Oriente. ¿Tenemos que proseguir con esta conversación inane?
--Oye, de verdad. Te lo pregunto en serio. ¿Por qué es mejor en Oriente?
--Es demasiado complejo para explicártelo ahora. Sencillamente consideran el acto sexual una experiencia tanto física como espiritual. Pero si crees que...
--¡Yo también! Yo también lo considero lo que has dicho, una experiencia física y espiritual y todo eso. De verdad. Pero depende muchísimo de con quién estoy. Si estoy con una chica a quien ni siquiera...
--No grites, por Dios -me dice-, si no sabes hablar en voz baja, será mejor que dejemos...
--Sí, sí, pero oye -le digo-, ya sé que debe ser una experiencia física, y espiritual, y artística y todo eso, pero lo que quiero decir es si puedes conseguir que sea así con cualquier chica, sea como sea. ¿Puedes?
--Cambiemos de conversación, ¿te importa?
--Sólo una cosa más. Escucha. Por ejemplo, tú y esa señora, ¿qué hacéis para que os salga tan bien?
--Ya vale, te he dicho.
--Puede que me vaya a China. Tengo una vida sexual asquerosa.
--Naturalmente. Tu cerebro aún no ha madurado.
--Sí. Tienes razón. Lo sé. ¿Sabes lo que me pasa?
--Pues claro. La última vez que nos vimos ya te dije lo que te hacía falta.
--¿Te refieres a lo del psiquiatra?
--Tú eres quien tiene que decidir. Lo que hagas con tu vida no es asunto mío.
--Supongamos que fuera. ¿Qué me pasaría? ¿Qué me haría?
--Nada. Absolutamente nada. ¡Mira que eres pesado! Sólo hablaría contigo y tú le hablarías a él. Para empezar te ayudaría a reconocer tus esquemas mentales.
--¿Qué?
--Tus esquemas mentales. La mente humana está... Oye, no creas que voy a darte aquí un curso elemental... Si te interesa, llama y pide hora. Si no, olvida el asunto. Francamente, no puede importarme menos.
(Le pongo la mano sobre el hombro. ¡Jo! ¡Cómo me divierte!) --¡Eres un cabrón de lo más simpático! ¿Lo sabías? -le digo.
--Tengo que largarme. Me alegro de haberte visto.