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La senda del perdedor

De los demás

Solo

Estoy solo cuando llueve, estoy solo cuando no llueve, estoy solo sentado en el fondo del autobús y la gente me mira como si llevara alguna maldición dentro y todos tienen cara de venir de matar a alguien o de ir a matar a alguien. Estoy solo en las fiestas de las pastillas. No me gusta ver las manos de los hombres cerca del cuerpo de los niños. Me bebo mi cerveza y me voy solo a la cama. Escribo mis oraciones en la sección de anuncios por palabras. Vendo mi corazón en parcelas. Las más caras tienen buenas vistas.

Es posible que esta mierda no te conduzca a nada

--Vale, mira, yo no quiero herirte ni nada de eso, pero es posible que esta mierda no te conduzca a nada.

--Está bien, no te preocupes por mí.

--Claro, chico, pero ¿no hay nada en la vida que te importe?

--Oye, ¿sabes éste? ¿En qué se diferencia el culo de un pollo y el culo de un conejo?

--No tengo ganas de oír chistes, tío. Lo que yo quiero es saber si no hay alguna cosa que te importe.

--Está bien, mierda. Yo estaba en sexto curso, creo. La profesora nos pidió que escribiéramos algo sobre la experiencia que más nos hubiera cambiado. Y no me estoy refiriendo a cambiarnos de piso.

--Ya.

--De todos modos, escribí sobre aquella rana que encontré en el jardín. Se le había quedado una pata atrapada en una valla de alambre. No podía soltarse. Le saqué la pata de la valla de alambre, pero seguía sin moverse.

--¿Ah, sí?

--Así que me la puse en las rodillas y le hablé. Le dije que estaba atrapado, que también mi vida estaba cogida por algo. Le hablé durante mucho rato. Al final saltó de mis rodillas y se fue saltando por la hierba y desapareció en algún arbusto. Y me dije que aquella rana era lo primero que había echado de menos en toda mi vida.

--Ya. ¿Y qué?

--Bueno, pensé que...

--Chico, ¡tú estás loco!

Poco importa

poco amor
o poca vida
no es tan malo

lo que cuenta
es observar las paredes
yo nací para eso

nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.

Nadie podía con ellos

Estaba sentado mirando la televisión con el volumen bajado, uno de esos dibujos animados japoneses en los que unos niños con los ojos inmensos tratan de destrozar a otros niños con los ojos inmensos. Todos parecían estar muy cabreados. No eran más que niños pero tenían unas pistolas cojonudas y unas ametralladoras del futuro con cañones tan grandes como la taza del váter. Los japoneses se disparaban con sus cañones y a algunos les arrancaban la cabeza y a otros no. Lo cierto es que no conseguía distinguir bien los personajes porque todos tenían casi el mismo peinado y esos ojos inmensos y se movían deprisa para disparar y esquivar los disparos enemigos. Había unos con una pinta imponente que viajaban en una especie de motos sin ruedas que volaban a un palmo del suelo a velocidad supersónica. Ésos eran los más duros, nadie podía con ellos.

Y ahora qué

Estoy jodido por la vida, no nos entendemos. Tengo que darle bocados pequeños, no engullirla toda. Es como tragar cubos de mierda. Nunca me sorprende que los manicomios y las cárceles estén llenos, y que las calles estén llenas. Me gusta mirar a los gatos, me relajan. Me hacen sentirme bien. Pero no me metáis en una sala llena de humanos. No me hagáis eso jamás. No lo hagáis.

Ayudando a los viejos

estaba hoy en la cola en el banco
cuando al viejo que tenía enfrente
se le cayeron las gafas (afortunadamente dentro de
la funda)
y vi lo difícil que le resultaba
inclinarse
y le dije: "espere, permítame
que se las coja"
pero cuando las estaba recogiendo
se le cayó el bastón,
un bastón
precioso, negro, pulido,
y le devolví las gafas
luego fui por el bastón
y el viejo recuperó el equilibrio
cuando se lo di.
no dijo nada,
sólo me sonrió.
luego se volvió
hacia adelante.
y yo seguí detrás de él esperando
mi turno.

Arriba siempre es mejor que abajo

¿Adónde vamos a ir ahora que lo sabemos? Para qué sirve conocer la cura si tenemos que seguir expuestos al contagio por los siglos de los siglos. Qué más da de dónde vengan nuestras sonrisas. Al chico que canta delante de la banda le sobran todos los días de la semana y sólo quiere estar arriba, porque arriba siempre es mejor que abajo. Digan lo que digan los sindicatos y la literatura. Arriba es mejor que abajo, y eso ya lo enseñaban en Barrio Sésamo. Hasta las madres de los tontos saben eso.

La estrella, la cruz y la media luna

Todo está mal desde el principio. Desde que empiezas a enredarte con ese juguete que tiene una tabla con un agujero en forma de estrella y otro en forma de cruz y luego otro que es como una media luna, y tienes esas piezas; la estrella, la cruz, la media luna, y las tienes que encajar en sus agujeros.

Ése es el principio del fin. Después es todo lo mismo; cosas que tienen que encajar en unos agujeros y cosas que tienen que entrar en otros y sobre todo cosas que por nada del mundo deben pensar en agujeros que no les corresponden.

Filas y filas

Filas y filas de silenciosas bicicletas. Estanterías repletas de repuestos de bicicletas. Filas y filas de bicicletas colgando del techo: bicicletas verdes, bicicletas rojas, bicicletas amarillas, bicicletas púrpura, bicicletas azules, bicicletas para niñas, bicicletas para niños, todas colgando allí arriba; los radios relucientes, las ruedas, los neumáticos de goma, la pintura, los sillines de cuero, luces traseras, luces delanteras, los frenos de mano; cientos de bicicletas, fila tras fila.

Suspendidas sobre mí, alineadas con precisión, filas de relucientes radios de plata, llantas, cubiertas de caucho negro, brillante pintura nueva, pedales. Todo en perfecto orden. Inmenso, correcto, ordenado... 500 ó 600 bicicletas en formación encima mío, cubriéndome, por todas partes.

Vivir de cubos de basura

el viento sopla fuerte esta noche
y es un viento frío
y pienso en los chicos
de la calle.
espero que algunos tengan
una botella de tinto.

cuando estás en la calle
es cuando te das cuenta de que
todo
tiene dueño
y de que hay cerrojos en
todo.
así es como funciona la democracia:
coges lo que puedes,
intentas conservarlo
y añadir algo
si es posible.

así es también como funciona
la dictadura
sólo que una esclaviza y
la otra destruye a sus
desheredados.

nosotros simplemente nos olvidamos
de los nuestros.

en cualquier caso
es un viento
fuerte
y frío.

La tiranía de la perfección

No me importaría tener un trabajo que sólo exigiera esfuerzo físico, una actividad mecánica sin ningún tipo de responsabilidad, un trabajo en el que nada tuviera que estar bien hecho, algo para lo que no hubiera que valer. Sin palmadas en la espalda ni reprimendas, sin ascensos ni recomendaciones.

Algo como lo que hacen los hamsters dentro de su jaula, dándole vueltas a la rueda de plástico. Algo que realmente no valiese para nada. Un trabajo que pudieses hacer mal, o incluso dejar de hacerlo, sin defraudar a nadie.

No hay muchos trabajos de ésos. Cualquier cosa por estúpida que parezca termina por ser fundamental para alguien. Incluso en las ferreterías todo el mundo parece estar muy preocupado. Los aviones se estrellan por un tornillo mal ajustado. La gente se muere por culpa de alimentos caducados.

No consigo entender por qué todo tiene que estar bien hecho, no me atrevo a salir y afrontar todos los días la tiranía de la perfección.

Un poco de confianza

Ahora estoy buscando trabajo. He trabajado en mil sitios, pero nunca he hecho nada bien. Eran sólo trabajos de idiota, en realidad casi todos lo son. Trabajos de subir esto aquí o de guardar lo otro debajo de la pila de la derecha o de apilar las cajas en el centro poniendo toda la atención; en fin, un mierda.

Mi padre y mi madre deberían haberlo visto. Tanto dinero gastado en colegios para ministros y lo más que consigo es apilar cajas. Qué le vamos a hacer. A lo mejor ni siquiera soy especialmente tonto, a lo mejor es que mi reino no es de este mundo.

Mañana voy a buscarme otro de mis trabajos de idiota para recuperar un poco de confianza.

Amor

Con cada vez que te veo
nueva admiración me das,
y cuando te miro más
aun más mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo
que mis ojos deben ser;
pues cuando es muerte el beber,
beben más, y desta suerte,
viendo que el ver me da muerte,
estoy muriendo por ver.

Pero véate yo y muera;
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da,
el no verte qué me diera.
Fuera, más que muerte fiera,
ira, rabia y dolor fuerte;
fuera muerte; desta suerte
su rigor he ponderado,
pues dar vida a un desdichado
es dar a un dichoso muerte.

Nada más cruzar la puerta

--Eres un listillo hijo de puta, ¿no?
--¡Preferiría que no me insultara, señor!
--Listillo hijo de puta, eres uno de esos hijos de puta con mucho vocabulario que te gusta dar lecciones.
--Está bien -dije.

Salvajemente

Se vino hacia mí y nos abrazamos. Me besó salvajemente, yo traté de devolverle los besos.
--Hostia -dijo-. ¡Creí que nunca te volvería a ver!
--He vuelto.
--¿Has vuelto para quedarte?
--Ésta es mi ciudad.
--Échate hacia atrás -me dijo-, déjame que te vea.
Me eché hacia atrás, sonriendo.
--Estás flaco. Has perdido peso.
--Tú tienes buen aspecto -dije yo-. ¿Estás sola?
--Sí.
--¿No hay nadie?
--Nadie. Ya sabes que no aguanto a la gente...
...Ven a mi habitación -dijo.
La seguí. El cuarto era muy pequeño, pero era acogedor. Podías mirar por la ventana y ver el tráfico, observar los semáforos cambiando de color. Me gustaba el sitio. Ella se tumbó en la cama.
--Vamos, échate conmigo.
--Me da un poco de corte.
--Te quiero, so idiota -dijo-, hemos follado más de ochocientas veces. ¿Te vas a cortar ahora?
Me quité los zapatos y me tumbé. Ella levantó una pierna.
--¿Te gustan mis piernas todavía?
--Coño, sí. Oye...
...te quiero, nena -dije.
--Cabronazo -me dijo ella.
Empezamos el meneo. Estuvo de puta madre. Estuvo de putísima madre.

Antes tenía amigos

Antes tenía amigos, me refiero a mucho antes, cuando era un niño. Ahora no sabría decir si eran los mejores amigos del mundo, pero estaban siempre alrededor. La primera gran pérdida de la vida adulta son los amigos. Puede que consigas un amigo con quien hablar, pero no vuelves a dar con uno que se deje abrazar. El periodo de tiempo que transcurre entre que pierdes los abrazos de tus amigos y encuentras los abrazos de las mujeres puede alargarse tanto que a veces parece eterno. Recuerdo a los amigos mientras imagino a las mujeres. Puedes tocar a mil mujeres sin llegar a agarrar ninguna, aunque siempre es mejor que no tocar nada de nada. Una mujer con sus tetas y su culo y su coño oscuro como uno de esos túneles del terror en los que te metías de niño, para sufrir antes de entrar y durante casi todo el trayecto y de los que salías con una estúpida sonrisa de satisfacción, como diciendo: Sabía desde el principio que podría con ello, una mujer, decía, es siempre una realidad de algún tipo. En cualquier caso uno a veces persigue ángeles y otras veces, media hora después, se saca la polla y se la machaca.

Cuando llegué a casa esta mañana (aún de madrugada)

Saqué la llave y abrí con muchísimo cuidado de no hacer ruido. Entré muy despacito y volví a cerrar. Debería dedicarme a ladrón.

El recibidor estaba en tinieblas y, naturalmente, no podía dar la luz. Tuve que andar con mucho cuidado para no tropezar con nada y armar un escándalo. Inmediatamente supe que estaba en casa. Nuestro recibidor huele como ninguna otra parte del mundo. No sé a qué, pero se nota en seguida que uno está en casa. Empecé a quitarme el abrigo para colgarlo en el armario, pero luego me acordé de que las perchas hacían un ruido terrible y me lo dejé puesto.

Mi madre tiene un oído de tísico, así que tuve mucho cuidado al pasar por delante de la puerta de su cuarto. Hasta contuve el aliento. A mi padre, cuando duerme, se le puede partir una silla en la cabeza y ni se entera, pero basta con que alguien tosa en Siberia para que mi madre se despierte. Es nerviosísima.

Tardé como una hora en llegar hasta mi habitación.

Así que nos dejas, ¿eh?

--Así que nos dejas, ¿eh?
--Sí, señor, eso parece.
Empezó a mover la cabeza como tenía por costumbre. Nunca he visto a nadie mover tanto la cabeza. Y nunca llegué a saber si lo hacía porque estaba pensando mucho, o porque no era más que un vejete que ya no distinguía el culo de las témporas.
--¿Qué te dijo, muchacho? He sabido que tuvisteis una conversación.
--Sí. Es verdad. Me pasé en su oficina como dos horas, creo.
--Y, ¿qué te dijo?
--Pues eso de que la vida es como una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego. Estuvo muy bien. Vamos, que no se puso como una fiera ni nada. Sólo me dijo que la vida era una partida y todo eso... Ya sabe.
--La vida es una partida, muchacho. La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego.
--Sí, señor. Ya lo sé. Ya lo sé.
De partida un cuerno. Menuda partida. Si te toca del lado de los que cortan el bacalao, desde luego que es una partida, eso lo reconozco. Pero si te toca del otro lado, no veo dónde está la partida. En ninguna parte. Lo que es de partida, nada.
--¿Ha escrito ya a tus padres?
--Me dijo que iba a escribirles.
--¿Te has comunicado ya con ellos?
--No señor, aún no me he comunicado con ellos porque, seguramente, los veré el miércoles por la noche cuando vuelva a casa.
--Y, ¿cómo crees que tomarán la noticia?
--Pues... se enfadarán bastante. Se enfadarán.

Grupo de linchamiento

Imagina una enfermedad que avanza borrando sus pasos, de manera que un individuo en la fase terminal no tendrá memoria de los momentos anteriores de bienestar. Un enfermo sin recuerdos de salud, y aún peor un enfermo que confunde la salud con una especie de enfermedad temporal, de fácil curación que padeció hace muchos años. Una enfermedad capaz de crear un espejismo, según el cual el asesino de niños es el constructor de hombres. Una enfermedad mentirosa y perfecta capaz de inventar monstruos a los que machacar con su verdadera monstruosidad camuflada.

Ahora piensa en todos los enfermos que conoces y tendrás un magnífico grupo de linchamiento.

Los más raros

no es frecuente verlos
porque donde hay multitud
no están
ellos.

esos tipos raros no son
muchos,
pero de ellos
provienen
los pocos
cuadros buenos
las pocas
sinfonías buenas
los pocos
libros buenos
y otras obras.

y de los
mejores tipos
raros
tal vez
nada.

ellos son
sus propios
cuadros
sus propios
libros
su propia
música
su propia
obra.