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La senda del perdedor

Nadie podía con ellos

Estaba sentado mirando la televisión con el volumen bajado, uno de esos dibujos animados japoneses en los que unos niños con los ojos inmensos tratan de destrozar a otros niños con los ojos inmensos. Todos parecían estar muy cabreados. No eran más que niños pero tenían unas pistolas cojonudas y unas ametralladoras del futuro con cañones tan grandes como la taza del váter. Los japoneses se disparaban con sus cañones y a algunos les arrancaban la cabeza y a otros no. Lo cierto es que no conseguía distinguir bien los personajes porque todos tenían casi el mismo peinado y esos ojos inmensos y se movían deprisa para disparar y esquivar los disparos enemigos. Había unos con una pinta imponente que viajaban en una especie de motos sin ruedas que volaban a un palmo del suelo a velocidad supersónica. Ésos eran los más duros, nadie podía con ellos.

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